Esto es un rincón para las plantas

Sinceramente no sabía de qué manera empezar esta entrada, pero tenía muchas ganas de dejar aquí esa mínima aportación o ese empujón a la admiración de las plantas, de todas ellas en su conjunto. Os puede parecer algo desproporcionado a lo que parece que debe poseer una educación social, pero para mí tiene gran significado todo lo que siempre aporta, y me resulta bonito hacerle un rincón a esas vidas que nos dan la vida, y que hasta en nuestra última existencia física del ser nos arropa, y se adentra en nosotros como nosotros en ella. 

Quiero y me gusta pensar que a todos los seres humanos de alguna manera acercarnos a ciertos puntos de la naturaleza, nos hace acercarnos también a la paz, esa grandiosa palabra vista tan utópica por la ignorancia. La naturaleza nos inspira, nos recrea, nos conecta sutilmente a nuestro origen. No debemos perder nunca la unión que tenemos todos los individuos con ella. 

Respecto al ser humano en relación con la naturaleza si nos fijamos, en las ciudades disponemos de espacios verdes en los que hacer una pausa de nuestras ajetreadas vidas. Llegando al punto en que se le ha dado el nombre de actividad económica llamada turismo al hecho de ir al campo, montaña y muchos más espacios naturales. Nos separamos sin quererlo. Es como si el cuerpo no se hubiera adaptado a esta mutación rápida que supone vivir en sociedades, como si algo llamara al Homo Sapiens hacia los espacios naturales. ¿No has sentido alguna vez la voluntad de escapar a la naturaleza? ¿de volver al caos que la naturaleza impone?

Es muy gratificante mental, emocional e individualmente el saber admirar a todas las plantas, admirarlas porque nos sobran razones para ello, porque son la base del mundo, de los seres más libres, mucho que aprender de ellas, siempre dispuestas a acogernos y cuidarnos, lo que se hace llamar Madre Naturaleza. 

Simplemente quiero que esto sea una pequeña reflexión para incitar a que nos paremos a observar lo magnífica que es la naturaleza allá donde esté, porque ese gesto y sentimiento de verdad hace mucho en el humano y por él mismo. Echemos tiempo de nuestra vida en las plantas que nos rodean ya que aunque parezca disparatado o pérdida de tiempo, valen muchísimo más de lo que asimilamos socialmente y como seres iguales que ellas merecemos que nos dediquen afecto y tiempo. 

A veces pasamos por alto lo efímero que nos depara la vida, lo natural, como por ejemplo la simpleza de fijarnos en un tallo de un asfalto que firme a su naturaleza lucha por sobrevivir, observar un árbol cualquiera y ver lo muy lejos que ha llegado alegrando las calles y dando hogar a tantos pájaros, cuidar con cariño las plantas que tengamos por casa, observar las hojas que caen de árboles, cómo crecen y se deterioran, admirar la variedad de flora que hay en parques y muchos sitios abiertos, sentirte vivx y conectadx con la tierra cuando andamos descalzos el césped... Pequeñeces de la naturaleza dentro de las ciudades que sienta muy bien disfrutarlas mucho más. Lo tanto que le debemos agradecer a las plantas, que por grandes presiones las alejamos de todxs nosotrxs y hasta erradicamos ciegxs en otros intereses. No me gustaría ahora adentrarme en las causas que nos alejan de las plantas y su naturaleza, creo que es más bonito que nos llenemos de motivos por los que acercarnos solamente. Por eso y en resumen, es bueno distanciarse cada vez que podamos de la gran presión que crea la sociedad y unirse como podamos con esa libertad tan natural que tiene y nos regala la vegetación en todas sus formas.